No puedo
querer al mar
Me
suena a música de agua
el
llamarle al mar la mar.
Yo...
que no lo siento mío
porque
vivo tierra adentro,
siempre
le he llamado el mar.
Y
es... porque le tengo miedo
de
puro desconocerlo
y
así no lo puedo amar.
Alberti
junto a su orilla,
descalzo
sobre la arena
y
peinándose con su viento
al mar le llamó la mar.
Y
allá lejos, sin su canto,
dejándonos
con su ausencia
creyó
que la había perdido
y a la mar le llamó el mar.
Lo
descubrí en Salamanca
que fue
donde me eché a andar.
Rodeado
de un mar de encinas,
de
aquellos árboles míos,
de encinas...veía la mar.
Mi
abuelo que era fenicio
llegó
a Andalucía, del mar.
Rodeado
de un mar de olivos,
de
aquellos árboles suyos,
de olivos...veía
la mar.
A un
hombre azul que sin agua,
no
deja de navegar,
no
le quites su desierto,
las
arenas son su vida,
para
él aquello es la mar.
Los
olivos, las encinas,
las
aguas o el arenal
son un mar si no los quieres,
si
los amas son la mar.
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